martes, 18 de mayo de 2010

LA POESÍA NO NOS HACE MEJORES

José Manuel Caballero Bonald en la entrega a los niños de los
premios del Festival Internacional de Poesía de Granada
(foto Miguel Ángel Molina, EFE)

LA POESÍA NO NOS HACE MEJORES

En los libros de poemas “encontraremos el camino que nos hará más libres y mejores”, les dijo José Manuel Caballero Bonald a los niños en una entrega de premios del Festival de Poesía de Granada. Lo siento por los niños.

No, la poesía no nos hace libres. Ni mejores. La poesía abre el sentido del ritmo, de la maravilla, del asombro, de la belleza en nosotros, ¿pero qué tiene que ver con la libertad y la bondad? Terrible impregnar el arte de buenismo. En la gala del Lorca, Bonald reiteró: “La poesía es un buen sistema para defendernos de lo que nos impide ser más íntegros y felices”. O sea, la poesía como terapeuta. Como señorita Rottenmeier. ¡Mojigata visión!

Si consultamos las biografías de ilustres poetas, reparamos en que no eran mejores que sus conciudadanos; no eran mejores que el tendero, que el médico, el ebanista o el profesor. Por el contrario, algunos eran peores. Y es que la poesía parece tener una atracción fatal para las pasiones y los sentimientos desbocados. Conozco a muchos poetas y no son diferentes de otros mortales. Los hay que escriben irresistibles versos pero su ética es dudosa. Los hay que pergeñan un ripio detrás de otro, pero son grandes personas.

Si los poemas nos hicieran más libres y mejores, en Granada, con cien poetas por centímetro cuadrado, seríamos súper libres. Nuestra libertad no tendría parangón. No habría acto innoble ni nimia coerción que no denunciaran los poetas.

¡Lamentablemente no es así! Granada es una ciudad donde la libertad no se estila. Granada es una ciudad donde las grandes mentiras se degluten en silencio, donde los poetas callan porque saben que, si hablan, serán abismados en los infiernos del ninguneo. Hacen leña del árbol caído, eso sí, pero jamás se atreven con el árbol frondoso.

¡Ay con el señor Caballero Bonald! ¡Si al menos no hubiera sido mendaz con los niños! A los mayores, puede decirles lo que le plazca. Los mayores buscan mentiras. ¡Pero los niños! ¿Qué pasará cuando se pongan a leer poemas creyendo que serán libres y mejores?

La libertad y la excelencia se encuentran por otros caminos. Dar ejemplo es uno de ellos. Si el señor Caballero Bonald les hubiera dicho la verdad a los niños, los niños apreciarían la verdad. La libertad y la excelencia tienen que ver con los actos, no con las palabras. Caballero Bonald conculcó con palabras los actos que anhela. ¿Cómo saldrán los niños de esta contradicción? Perderán la poesía. Y perderán la libertad. Y con ella, la excelencia.

La poesía no nos hace libres ni mejores. Para eso están las organizaciones democráticas, la moral y la religión. La poesía nos hace sentir la vida. Y la vida es la vida. Ni libre ni presa. Ni divina ni abominable. Vida. Simplemente vida. Poesía.

GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, 18 de mayo, 2010


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