martes, 8 de febrero de 2011

EL FUNAMBULISTA

Sebastián Pérez, presidente del PP
de Granada y funambulista 

El funambulista 

Sebastián Pérez avanza resuelto y temerario por la cuerda floja, ignorante de que puede despeñarse. La meta es la Diputación. Sabe que está en un tris de conseguirla. Y la ansiedad lo traiciona. Lo ves llegar a los pueblos para adoctrinar a los órganos directivos del PP, y va tenso, molesto, urgido. Los escasos meses que faltan para su atesorada victoria se le hacen años. Tiene miedo de que sus ensoñaciones sean sólo eso, ensoñaciones. Si por él fuera, se metería bajo las sábanas y esperaría. ¡Que no lo despierten hasta que alguien grite: “Sebas, lo hemos logrado”! Pero qué pesadez mientras tanto. Él, que sueña con ser rey, teniendo que hacer de sicario.
“¡Hay que machacar al alcalde!”, ordena a sus mesnadas. Da igual qué alcalde siempre que no sea de los suyos. En Maracena, sin embargo, tuvo la desgracia de ser grabado y que lo colgaran en YouTube. Ahora sabemos con luz e Internet hasta qué punto quiere sojuzgar a sus adversarios. Nada de proponer iniciativas ni de escuchar ni comprender a la ciudadanía. Aplastar es la consigna.
¡Cómo anhela Sebastián el poder! Poder a toda costa. Y para ello, hay que cascar cuanto se le oponga. El martillo se llama Fiscalía. “¡Ésta es la clave!”, corrobora firme y encendido en el vídeo de YouTube. Y hasta enardece a los suyos con un grito de guerra: “¡Trillad la ciudad!”.
Así busca Sebastián los votos para rendir la Diputación. Como en una desesperada leva, husmea en el último rincón del pajar. Aventa el grano, ansioso por encontrar un anillo mágico. Parece uno de esos héroes antiguos que mientras creían ganarle la partida a los malos augurios, iban de cabeza a ellos.
Si Sebastián está seguro de su victoria, ¿por qué se muestra tan belicoso? Si tuviera la fe del carbonero, confiaría en el plebiscito y estaría tranquilo. Iría por los pueblos repartiendo calor y amistad. Apasionaría con sus palabras. Su entusiasmo encontraría partidarios hasta debajo de las piedras. Pero como no tiene nada de esto, sólo cree en la guerra. Frente a las ideas que no esgrime, pone el mazo. Ante el entusiasmo que no genera, pone el apetito de poder. Ante la falta de confianza en los votantes, se prende de la denuncia. Sin carisma, se prevalece de la Fiscalía.
¡Qué terrible buscar el poder por el poder! Si le llegara al fin, ¿qué haría? Sentado en el trono, no tendría más opción que seguir machacando. No hacer, no edificar, no sugerir, sino contemplarse en el espejo a contraluz de sus adversarios.
No le ocurre sólo a él. Hay muchos igual en todos los partidos. Es una muestra de cómo el afán de poder abduce a los políticos, convirtiéndolos en funambulistas que venden su alma sólo para estar encima de la cuerda floja y anestesiarse con las dóciles ovaciones del circo.
 Diario IDEAL, martes, 8 de febrero, 2011

1 comentario:

  1. Ay, es una pena en qué se ha convertido la política.
    Si el fiscal investigara a fondo las corruptelas catastrales y urbanísticas de Carataunas, a lo mejor, Sebastián, se despertaba de golpe con la caída de la cuerda floja.
    Va a tener que dárselo él mismo, ¡a la fiscalía Salvador, amigo!

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