miércoles, 10 de agosto de 2011

GUADALUPE, MICHELLE OBAMA Y EL AUTOPEN

 
Jose Maria Guadalupe, vicepresidente tercero de la Diputación de Granada,
y Michelle Obama, esposa del presidente de los Estados Unidos

Guadalupe, Michelle Obama y el autopen

En un excelente artículo sobre el arte epistolar, aparecido en IDEAL el lunes 8 de agosto, José Mª Guadalupe vuelve a referirse a la ya famosa carta que le envió Michelle Obama en el pasado otoño, apuntando que hubo “colegas” que afirmaron por escrito que esta misiva no era sino una copia de un modelo estándar enviado a autoridades y colaboradores. Dado que creo he sido el único que ha opinado públicamente sobre ello (IDEAL, 5-X-2010), entiendo que el señor Guadalupe se está refiriendo a mí, aunque sin citarme, cosa que es normal cuando se quiere obviar un debate.
Dado que, según esgrime, la razón para no hacer pública la carta es que los posibles elogios que ha recibido podrían tal vez “herir sensibilidades de más altas instancias”, resulta patente que, con tanto hablar de ella y expresar juicios semejantes, esas altas instancias deben de estar ya más que mosqueadas y celosas de él, por lo que sería preferible que mostrara de una vez su contenido, dando fin a las pueriles imaginaciones que él mismo ha suscitado, de las que incluso parece desprenderse que lo que le escribió la señora Obama es casi una declaración de amor. Si no, ¿a qué viene decir que “desvelar la literalidad de la epístola significaría traicionar la intimidad de una dama”? ¡Por los cielos, que debe de ser realmente personal lo que hay escrito en ella!
Más allá de los juegos lingüísticos y fabulaciones del sr. Guadalupe, me refrendo en mi afirmación de que su carta es una simple copia de uno de los dos modelos con que la administración norteamericana agradeció protocolariamente la colaboración española. Ni siquiera la firma es autógrafa, sino que está hecha con una máquina que se utiliza en la Casa Blanca desde 1944, cuando fue introducida por Robert De Shazo, y que se denomina “autopen”. El autopen incorpora cualquier bolígrafo o pluma y puede contener numerosas variedades de una misma firma. Nixon llegó a tener 26 rúbricas ligeramente distintas.
¡Por supuesto que el sr. Guadalupe no hará pública su carta! No puede hacerla. Si la hiciera, toda la prosopopeya que ha creado en torno se quedaría en agua de borrajas.
¿Pero y si me equivoco? Lo reto a que me muestre en privado la epístola con la promesa explícita de llevármela también a la tumba. No porque me suscite interés alguno (¡seguro que si hay una declaración de amor será lacia y pija!), sino para rectificar y clamar públicamente: “¡Estaba equivocado! ¡José Mª Guadalupe llevaba razón! ¡Su carta es única!”. Es más, si esto se constata, me corto la coleta ante las cámaras de TG7 en señal de homenaje y humildad. Doblemente prometido.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, CARTAS AL DIRECTOR
Miércoles, 10 de agosto, 2011 

2 comentarios:

  1. Oh, si te cortaras la coleta...!, ¡qué horror!, perderías tanto... Por suerte, no hay peligro. Me apuesto el pellejo. Total, ya lo perdió Marsias por chulo. ¡Y también era un sátiro! Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. ¡Es que Marsias tenía a Apolo por contrincante, Miguel! De todas formas, estamos pendientes del duelo. Todo sea por la beldad Obama, que mata casquivana y flechadora. Por cierto, se necesitan padrinos. ¡Te ha tocado!

    ResponderEliminar

Comenta este texto