martes, 11 de octubre de 2011

GRANADA A SUS MORADORES

«¡Ay, si García Lorca lo escuchara! Él abominó de los rascacielos. 
¡Y ahora venís a plantarle uno junto a su huerta!»

A la derecha, la torre de 25 pisos que se pretende añadir al paisaje granadino 

Granada a sus moradores

¡No me clavéis una nueva astilla! El edificio de 25 pisos con que queréis ensartarme ocultará mi sierra. ¿Pretendéis que sólo la contemplen los que tengan dinero para alojarse en él? Tapáis mi sublime inmensidad con la trivial inmensidad de vuestro ego.
¿No os dais cuenta del despropósito? Yo soy hermosa por mí misma, ¡no necesito afeites! Vuestro enhiesto jabón con ventanas ensucia. ¡Ay, si el poeta que nació en mi Vega lo escuchara! Él abominó de los rascacielos. ¡Y ahora venís a plantarle uno junto a su huerta! Si hacéis esto, ¿cómo osáis llenaros la boca con el nombre de Federico? Tal vez lo alabáis para traicionarlo mejor. Él, que cantó lo pequeño, hizo de mí una ciudad universal. Vosotros, que cantáis lo grande, estáis haciendo de mí una ciudad provinciana.
¡Por favor, que quien quiera ver rascacielos se vaya a Nueva York, pero quien venga a Granada busque sierras y vegas y palacios! ¡No me pinchéis con ese infame palillo de dientes!
No digo que no construyáis, ¡pero no superéis mis alturas naturales! Es fácil edificar un rascacielos. Pero serme fiel, eso sí que es difícil. Yo rechazo las arquitecturas manidas y exijo peritos humildes, ingeniosos, singulares.
¡Sedme leales! Lo que atrae a los hombres es la belleza. Los viajeros no buscan en Granada un trozo de Pekín. ¡No seáis soberbios ni enfáticos! No al menos a mi costa. Yo soy una ciudad armónica. Una ciudad a la medida del ser humano. Yo tiento y me abro poco a poco. La Sierra, la Vega y la Alhambra son mi rostro. ¿Por qué queréis enmascararme con la nariz de Cyrano de Bergerac?
¡Una vez más no, os lo exijo! Ya ocurrió a comienzos del siglo XX. Aquel castillo kitsch en la colina de la Alhambra conocido como Palace, al que los incultos confunden con la Alhambra misma, y que fue un navajazo al paisaje, un pastiche en la historia, un agravio a la nobleza nazarí. Y todo por presumir de gran hotel. Podría haber sido lo mismo sin humillar la hermosura. Podría haberse construido en otro lugar menos palmario, con una arquitectura más genuina. Pero ganó lo provinciano, ganaron las pretensiones, ganó la megalomanía.
¡No repitáis el gesto! Construid lo que queráis, pero sin destruid lo que han amado tantas generaciones. No podéis herirme de esta forma. Si me amáis, dejad que siga siendo idéntica a mí misma. ¡Éste es el verdadero esfuerzo! Construid sobre mí sin desfigurarme. Antes al contrario, sirviendo a mi paisaje intemporal, el que circula por el mundo desde hace siglos, la imagen que ninguna ciudad que se precie osaría perturbar.
¡Guardaos vuestro rascacielos! Que las generaciones futuras vean ante sí la maravilla y os den gracias por haberla preservado. Si vosotros no podéis hacer lo mismo con vuestros abuelos, al menos podéis decir “¡basta!”. ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!

 GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 11 de octubre, 2011

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