miércoles, 11 de julio de 2012

LOS ELEMENTOS

«¡Pobre país que va directo a la galerna  mientras sus marineros se abstraen con critiqueo y fútbol!»

España, hundida tras el naufragio
(imagen: transatlántico Andre Doria tras su hundimiento en la costa de Nantucket, Massachussets, el 25 de julio de 1956. Foto obtenida del blog "Abandonos y muchas otras cosas")

Los elementos

Hace 450 años, la Armada española naufragó en La Herradura. Hoy, en 2012, es España la que naufraga en Europa. Entonces fue una tempestad. Hoy es también una tempestad, pero más terrible. Aquella fue traída por los hados, pero ésta ha sido propiciada por quienes sembraron vientos y hoy recogen tempestades. Y en estas tempestades, naufragamos todos. No habrá cinco mil ahogados, sino cuarenta y siete millones. La conmemoración de aquella tragedia será la efeméride que nos recuerde el comienzo de la presente.
España, hundida y rescatada, que es lo mismo que decir hundida hasta los tuétanos. En la Herradura, fueron los elementos, el trueno, el rayo, el viento, las olas; ahora son también los elementos, ¡pero qué elementos! Entre ellos, los padres de la Constitución, que posibilitaron una España de reinos de taifas. Luego, Zapatero, que ahondó complacido en ellas. Y el egoísmo de políticos y hombres públicos, pensando en lo inmediato, en el beneficio personal, en las reivindicaciones demagógicas, en el estólido espíritu de campanario. Los pelotazos, las remuneraciones millonarias, los retiros dorados, los negocios corruptos, los favores políticos. ¡No hay bajel que pueda resistir a semejantes elementos!
Tras la tempestad, eso sí, vendrá la calma, y los elementos se retirarán dejando un mar sembrado de cadáveres. Y entonces estarán missing. Se habrán metamorfoseado. De ser ola encrespada, rayo o huracán, habrán pasado a ángeles de la guarda. ¡Y entonces pedirán cuentas por el hundimiento de España! Es como si el maremoto que abatió a los veinticinco galeones responsabilizase a Felipe II. ¡La naturaleza no llega a este grado de desfachatez! Así que una vez camuflados, los elementos seguirán aquí, orgullosos, alzando la cabeza, conservando sus puestos y sus sueldos, sosteniendo con arrogancia las mismas ideas y prácticas nefandas que nos han llevado al fondo abisal.
En el naufragio de La Herradura, se salvaron tres galeones. En el de España, no se salvará nadie. Ya no saldremos jamás de los fondos marinos. Al menos, hasta que pasen otros 450 años y alguien venga a rescatar el bajel hundido. ¿Significa otra cosa la palabra “rescate”?
¡Pobre país que va directo a la galerna  mientras sus marineros se abstraen en celebraciones, saraos televisivos y partidos de fútbol! ¡Con que hace años hubiera habido una sola persona que se percatase del peligro! ¡Si sólo hubiera habido un justo! Pero una vez metidos en la tempestad, no hay justicia. En todo caso, la justicia divina, que suele ser terrible.
Como en aquel momento infausto, España se hunde hoy y, con ella, los españoles. Los elementos están siempre ahí, al acecho, agazapados, esperando la ocasión propicia. Tras desastre de la Armada invencible también por un temporal, Felipe II dijo que la había enviado a luchar contra los hombres, no contra los elementos. ¡Qué poco sospechaba que unos y otros serían los mismos cuatro siglos después!
GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 10 de julio, 2012 

1 comentario:

  1. Lo que sucede fuera es una señal de lo que sucede por dentro, el hundimiento general sigue su curso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Comenta este texto