miércoles, 17 de abril de 2013

SENDEROS

«No delegues en sherpas que, sentados en lujosos sofás, fingen hacer el camino por ti»
Descanso en el sendero, con el bello pueblecito de Nigüelas al fondo
 Senderos

Tanto el progreso de España como la autovía de Guadix están hechos sobre arenas movedizas, y por eso, en cuanto se rasca, ambos caen hechos pedazos. Cuando la ilusión de avance se desvanece, los españoles se vuelven hacia lo permanente. Hipertrofiada la política, añoran magros gobiernos. Raídos y devorados los sueldos, vuelven a las frugales comidas. Rotas las autopistas, tornan a los senderos.
Cierto que tres meses de lluvias han corroído también parte de los viejos caminos. Pero cuando se va a pie, siempre se puede vadear un tajo. Así que, rota la esperanza de ser Nueva York, redescubrimos las olvidadas sendas, los caminos de montaña, las veredas que se adentran entre frondosos bosques, las cercanas y aún blancas montañas, los inmensos paisajes como el que yo observé el jueves desde la sierra de Dúrcal, con los pueblos de Nigüelas, Padul y Béznar a mis pies.
Andar es barato y resulta más bello y reparador que devorar kilómetros en un Roll-Royce. Cuando todo se destruye, Manuel Titos, el catedrático de la montaña, nos recuerda que tenemos el Paraíso al alcance de la mano, y que, para llegar a él, sólo bastan unas buenas botas y un bocadillo de mortadela. Aunque el falso progreso ha dejado aletargadas a las gentes y muy pocos lo saben, y por eso, cuando transito las antañonas rutas, hay días en que no me topo con nadie, como el jueves, en ascensión hacia la Rinconada de Nigüelas. ¡Ni una sola alma en las diez horas del trayecto! Sólo las cabras montesas que me observaban curiosas desde las faldas del Pingurucho.
Pero las cosas están cambiando, porque los españoles se han despertado de su sueño de grandeza y se están volviendo hacia los senderos, que son a la democracia lo que las obras con pies de barro son a los estados corruptos. De pronto, los españoles quieren andar por su propio pie y no que otros anden por ellos, y por eso están redescubriendo las rutas montañeras, y por eso ya no quieren que políticos profesionales les cuenten las bondades de fastuosas e imaginarias autovías que conducen a grandiosas ciudades, sino partir de un pueblecito como Nigüelas y hacer por ellos mimos un humilde camino, aunque mil veces más bello que todo Manhattan.
¡Esta es la democracia! No delegar en sherpas que, sentados en lujosos sofás, fingen hacer el camino por nosotros, sino afrontar personalmente sus riesgos e incertidumbres. Así que los españoles reclaman sus veredas. Quienes el viernes conmemoraron el 14 de abril en un restaurante de la Carrera, estaban haciendo senderismo. Quienes han proyectado luz sobre las oscuras genialidades de Torres Hurtado, han hecho senderismo. Cuantos nos conciencian a través de Internet de las aberrantes injusticias políticas, están haciendo senderismo. Mientras andemos por nuestros propios pies, sortearemos a los charlatanes y guías de pacotilla que proliferan junto a las falsas avenidas y pirámides de cartón piedra.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 16 de abril, 2013

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