martes, 17 de septiembre de 2013

LA NOCHE DE LOS INVESTIGADORES

«¡Pobre y precaria ciencia que necesita recurrir al jolgorio y a la discoteca!» 

Cartel que anuncia La Noche de los Investigadores 2013 en Andalucía 
La noche de los investigadores 

Nos ha tocado vivir una sociedad banal. Comenzó en los 80 con la política, y así el gerifalte que no era rockero era un dinosaurio, y hasta Tierno Galván dijo aquello de “El que no esté colocao que se coloque… ¡y al loro!”. Luego le tocó a los intelectuales, a los pensadores, a los escritores, que transmutaron su solitario cuarto de trabajo por “la calle”, los estudios de televisión y los mostradores de firmas de los grandes almacenes, y hoy son dóciles relumbrones que se venden al mejor postor, a veces por nada, simplemente por que su nombre figure en una cuartilla volandera o en un perdido recuadro de Facebook. ¡Y ahora les ha tocado a los científicos!
No otro es el objetivo de esa iniciativa llamada “La noche de los investigadores”, que tendrá lugar el próximo 27 de septiembre en Granada y otras 300 ciudades europeas, y que sacará a los científicos de sus laboratorios para mezclarlos con la noche canalla, los groupies, el rock y otras “actividades festivas y lúdicas”. La arriesgada profesión de la búsqueda, hipótesis, experimentos, fracasos y hallazgos, convertida en un circo con el falaz y cándido argumento de acercarla al público y alentar a los jóvenes a seguir su senda. Es decir, para dar la imagen de que la ciencia es algo marchoso, imbricado con la pachanga, el ritmo y el botellón. Nada del esfuerzo, del estudio, de los áridos desiertos que hay que recorrer, de la difícil financiación, de la dura burocracia a franquear.
Es maravilloso que la gente se reúna con científicos, que futuros estudiantes debatan y pregunten, que los investigadores difundan sus conocimientos, ¿pero por qué tiene que ser por la noche? ¿Por qué concatenado con el jolgorio y la discoteca? ¡Pobre y precaria ciencia que necesita recurrir a esto! ¡Y qué precarios investigadores no se reclutarán de esta forma! La denigración está garantizada como la estuvieron la de la política y la cultura.
Ponen de moda la ciencia, es decir, hacen lo peor que se puede hacer. ¿Cuántos no nutrirán sus filas esperando ser Planck, Einstein, Hawking, Higgs, Green, igual que tanto político turulato quiere ser Luther King, Gandhi, Kennedy, Mandela, o tanto escritor dócil que se deshace en desmedidos ditirambos en cuanto le atusan el lomo cree tener la rebeldía de Voltaire, Nabokov, Sartre, Joyce o Larra?
Todas las etapas siniestras de la humanidad han comenzado con oscurantismo. El objetivo secreto de nuestro tiempo es reconducir la ciencia hacia la irracionalidad, tras haberlo hecho con la política, la educación y la cultura. En un reciente seminario laicista, comprobé atónito cómo sus participantes, ateos confesos, habían hecho de la ciencia una divinidad. Cuando les expliqué que la ciencia tiene también limitaciones, contradicciones y hasta ideología, ¡consideraron que yo estaba en contra de ella! ¡Precisamente por conocer la ciencia y no desear la erección de dioses disfrazados de ciencia o de ovnis o de cruces, me consideraron anticientífico!
Se hace, por tanto, de la ciencia una diosa o una diva, y por eso se la sube a los altares o se la “ennochece” conduciéndola al tiempo de los sueños, a lo lúdico, al copeo, al rock, al glamour. ¡Pura irracionalidad! Del Sol a la Luna. Es decir: de la razón a la magia.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 17 de septiembre, 2013

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