martes, 3 de diciembre de 2013

CON... CIENCIA

«El siglo XX y el siglo XXI frente a frente» 

Edición facsímil del discurso con el que el científico, ingeniero y político Emilio Herrera ingresó en la Academia de Ciencias de España, editada por la Universidad de Granada con presentación y estudio preliminar de Elvira Martín Suárez y Emilio Atienza Rivero 
Con... ciencia 

Feliz decisión la del rector de la Universidad de Granada de publicar en edición facsímil el discurso con el que Emilio Herrera –inventor, matemático, piloto y político granadino- ingresó en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Laudable cómo la Universidad ha apoyado y se ha servido de ejemplo de este hombre genial, riguroso, polifacético y fiel a su palabra, creando primero, en el 2001, el Premio Emilio Herrera Linares de investigación científica y tecnológica, y dando ahora su nombre al Aula de Ciencia y Tecnología, lo que contrasta con el obcecado silencio del Parque de las Ciencias. ¿A qué se debe tamaño contraste, reconocimiento clamoroso por una parte, olímpica ignorancia por otra?
            Para Ernesto Páramo, director del Parque de las Ciencias, Herrera es “sobre todo un ejemplo de compromiso cívico y político”. En consecuencia, “la admiración que sentimos por él no debe llevarnos a magnificar su contribución a la historia de la ciencia” (IDEAL, 13-V-10). Sin embargo, Elvira Martín Suárez, directora de la mentada Aula de Ciencia y Tecnología, resalta el gran conocimiento que éste tenía “de las Matemáticas, la Física, la Química, la Meteorología, la Metalurgia”, afirmando además que “la NASA utilizó sus diseños para la fabricación de los trajes espaciales”. ¿No merecería nada más que por esto un lugar en el Parque?
            La clave del contraste, para mí, es el enfrentamiento de dos cosmovisiones. La primera, la del fenecido siglo XX, sostenida por el director del Parque de las Ciencias, que precia fundamentalmente la especialización y recela de la multidisciplinariedad y el polifacetismo. En otras palabras, considera al científico como un ser puro, ajeno al mundanal ruido y entregado exclusivamente a ahondar en su campo. Según esta perspectiva, a Emilio Herrera no sólo le perjudicarían sus vastos intereses interdisciplinares, sino también su histórica y rotunda trayectoria política, un monárquico fiel a la República que llegó a ser presidente de ésta en el exilio, cuyo peso oscurecería sobradamente su labor científica.
            Según la perspectiva del siglo XXI, sin embargo, que es sin duda la de la Universidad, tanto la ciencia como la política provienen de la búsqueda de un mundo nuevo y mejor, del ansia de descubrimientos tanto tecnológicos como psicológicos o políticos para hacer crecer al ser humano, y, en este sentido, el científico no puede ser un sujeto puro, limitado a sus investigaciones canónicas, sino también un hombre de acción, comprometido con la vida, es decir, un militante en el pleno sentido de la palabra, como lo son hoy Stephen Hawking, Richard Dawkins, Edward O. Wilson, Brian Greene… hasta el punto de que los nuevos científicos han comenzado a ejercer como redivivos hombres renacentistas y, en numerosos aspectos, representan la vuelta del perdido Humanismo. Emilio Herrera fue uno de ellos, adelantado como en tantas cosas a su tiempo, igual que Emilio Atienza, su apasionado biógrafo y difusor.
            Estamos de enhorabuena, pues, porque sería terrible que nuestra Universidad no fuera con los tiempos. Una ya significativa minoría de sus investigadores representa hoy lo más dinámico de nuestra sociedad. El presente, a pesar de la amenaza de herrumbrosos puñales, se abre paso. La ciencia se hace con la vida, con los seres humanos, con la curiosidad humana, con la acción humana sobre la Historia. La ciencia es con… ciencia.

GREGORIO MORALES
Diario IDEAL, martes, 3 de diciembre, 2013

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